Covidosofía: un texto para reflexionar sobre la pandemia

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Dulcinea Tomás, profesora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio de la Universidad Politécnica de Madrid, es la autora del libro Covidosofía. Reflexiones filosóficas para el mundo pospandemia.

El texto, compendio colectivo con aportaciones de varios autores, aborda el impacto social, político y cultural de la crisis de COVID-19 desde la disciplina filosófica. Frente a fenómenos que trastocan y cuestionan desde elementos básicos de nuestra cotidianeidad hasta formas estructurales del sistema, consideramos que la filosofía debe ser indudablemente un espacio imprescindible de reflexión que se lance a desbrozar de manera maciza e independiente los efectos de la actual crisis.

La obra se erige como el primer acercamiento colectivo desde la filosofía a la era de la pospandemia. Está producida originalmente en español, una lengua que, más allá de sus limitaciones y sus implicaciones, puede conducirnos a visibilizar perspectivas surgidas desde el sur de Europa, y también desde el sur latinoamericano, para poder utilizar acertadamente este denominador común en un fructífero diálogo.

Pregunta. ¿Por qué y para qué un libro de filosofía tras la COVID-19?

Respuesta. La idea de publicar un libro de filosofía surgió durante la cuarentena, ya que, en este tiempo, comenzaron a surgir hondas reflexiones en prensa, vídeos, artículos de fondo y entrevistas, con un impulso extraordinario y desde una perspectiva filosófica. En vista de que muchos medios de comunicación empezaron a ofrecer lugares privilegiados a los filósofos, advertí que esta inesperada anomalía global, reparaba especialmente en la mirada y el análisis filosófico. Durante esas semanas, también nacieron volúmenes colectivos y muy originales (la mayoría de acceso abierto) que aunaban artículos de pensadores latinoamericanos en colaboración con algunos pensadores europeos.

En España, por ejemplo, esta tendencia hacia la “filosofización” de la pandemia, se asentó en una sólida y notable eclosión de notas y artículos individuales que salieron en prensa, firmados por filósofos y filósofas de incuestionable referencia en nuestro país. También surgieron algunas iniciativas de carácter colectivo, como los encuentros virtuales del Círculo de Bellas Artes de Madrid Glosario de la Pandemia, el diccionario audiovisual Diccionario Filosófico COVID-19: nuevas perspectivas para viejos conceptos del Instituto de Filosofía del CSIC, la CovidTeca de la Unidad de Excelencia Iber-Lab, la Hemeroteca de Humanidades sobre la pandemia del coronavirus (COVID-19) de la Universidad de Granada, y el Laboratorio Filosófico sobre la Pandemia y el Antropoceno, promovido por un grupo de filósofos y filósofas de España e Iberoamérica, con el apoyo de la Red española de Filosofía.Sin embargo, en España, aún no contábamos con una primera sistematización formal, una suerte de compendio de esta filosofía de la pandemia o para un mundo pospandemia. Por ello, apostamos por preparar un libro que fuera el primer acercamiento colectivo desde la filosofía a esta nueva crisis con un volumen que reuniera distintas voces que no solo pertenecieran a distintas generaciones y corrientes de pensamiento, sino también que estuviera producido originalmente en español, es decir, en una lengua que más allá de sus limitaciones y sus implicaciones, pudiera conducirnos a visibilizar perspectivas originadas en el sur de Europa y también en Latinoamérica, para poder utilizar acertadamente este denominador común como una oportunidad de diálogo filosófico durante la crisis de la COVID-19.

Adicionalmente, esta obra fue una oportunidad única de reunir en un solo volumen, a reconocidos filósofos y filósofas españoles y latinoamericanos como Santiago Alba Rico, Cristian Andino, Roberto R. Aramayo, Nantu Arroyo, Fernando Broncano, Antonio Campillo, Ana Carrasco-Conde, David Casacuberta, Ernesto Castro, Jordi Claramonte, Javier Echeverría, Alejandro Escudero Pérez, Ricardo Espinoza Lolas, Joaquín Fortanet, Diego S. Garrocho Salcedo, Laura Llevadot, Ana María Martínez de la Escalera, Antonio Miguel Nogués, José Antonio Pérez Tapias, Concha Roldán, José Carlos Ruiz Sánchez, Nuria Sánchez Madrid, Jaime Santamaría y Gonzalo Velasco.



P. ¿Cuál es la conclusión más importante que podemos extraer, desde el punto de vista filosófico, de una pandemia como la que hemos vivido?

R. En mi opinión personal, creo que la conclusión más importante que podemos extraer de una pandemia de esta naturaleza, desde el punto de vista de la filosofía, es sencillamente la necesidad de introducir (y revalorizar) el pensamiento filosófico en momentos de profundas crisis. Si algo ha demostrado este escenario, es que las secuelas que ha dejado la pandemia sobre el tejido social, institucional, político, económico, o psicológico (entre otras muchas esferas de nuestra existencia que se han visto alteradas por este impacto) no se pueden abordar exclusivamente desde la ciencia y la tecnología, cuyo monopolio epistemológico y sistémico ha marginado involuntariamente el valor del conocimiento humanístico. La formación humanística como objetivo intelectual y de acción sobre la realidad resulta imperativo en la actualidad. Hoy más que nunca, frente a una creciente tecnificación, estandarización, burocratización e infodemización de la sociedad (y de la universidad) somos testigos del progresivo decrecimiento de valiosísimas habilidades de pensamiento crítico, seriamente erosionado, y cuya degradación acompaña una general devaluación de las Humanidades y de las Ciencias Sociales. Un ciudadano o ciudadana sin atributos críticos, no sabrá distinguir entre información y saber, entre propaganda y política, entre opinión y conocimiento. De ahí la necesidad de la filosofía frente a esta y otras crisis que vendrán.

P. Todo está pasando muy deprisa: nuevos datos, medidas cambiantes, incertidumbre sobre el origen, etc… ¿Podemos concluir que lo que ahora se dice en el libro, quizás no tenga vigencia en unos meses?

R. Está claro que la práctica filosófica está reñida con la prisa, pero como me dijo inesperadamente uno de los colaboradores del libro, parecía enormemente atractivo pensar algo tan radical como lo que estábamos viviendo sin el filtro del tiempo de la reflexión demorada, haciendo frente al acontecimiento inmediato. El libro tampoco pretende ser una guía de predicciones o respuestas sobre el presente o el futuro (de hecho, ya se ha publicado un manual de 115 interrogantes a los que responden treinta especialistas en diferentes áreas como empleo, educación, relaciones internacionales, feminismo o migraciones titulado Que no haya sido en vano. Guía de preguntas para construir otro mundo posible tras el COVID-19 (La Imprenta, 2020) que puede orientarnos desde otras disciplinas y especialidades.

Este libro tampoco es una excepción en términos filosóficos. Quiero decir que, por lo general, la filosofía ha sabido responder con mucha responsabilidad, en particular en tiempos convulsos, inéditos o de detección de fenómenos apremiantes, a “realidades en movimiento”. La vigencia de este libro reside en el análisis de fenómenos más graves o profundos que la irrupción del propio virus. Estas reflexiones se enmarcan en la evaluación o el análisis de su sentido subyacente. No es casualidad que la filosofía sea una de las disciplinas que más vigencia conserva a pesar del paso del tiempo, de ahí que el trabajo de muchos filósofos y filósofas de otras épocas muy alejadas de nuestra realidad conserven una actualidad rabiosa. La filosofía se ocupa del ejercicio consciente de construcción de interrogantes de peso con una vocación de permanente revisión.

P. ¿Cómo será la universidad y su docencia pospandemia?

R. En principio, hay muchísimos interrogantes e incertidumbres respecto de cómo será docencia en la era pospandemia. Por lo pronto se ha recurrido a la docencia online y se están contemplando marcos de enseñanza bimodal, es decir, combinando clases virtuales con prácticas presenciales. Sin embargo, considero que más allá de esta estrategia preventiva frente al virus, ello solo puede ser un dispositivo temporal que cubra necesidades específicas ante la amenaza del contagio. Creo que el aula —como espacio metapedagógico y político— no puede quedar reducido a un espacio virtual.

La interacción significativa, de socialización y contrastación, de construcción común de pensamiento crítico que elabora un aula real, jamás podrá ser sustituida por una enseñanza puramente virtual. Los procesos de enseñanza y de aprendizaje son experiencias extremadamente complejas y socialmente muy enriquecedoras que requieren de un territorio, de un lugar (sensu Augé) en el que se construye conocimiento, identidad e historia. También hay que estimular en el alumnado la detección de la necesidad fundamental de un espacio y de un tiempo de estas características, a la vez que normalizar la presencia y la necesidad del Otro, con quien podemos practicar y afianzar habilidades de pensamiento en común para fomentar un desarrollo intelectual sólido, continuo y consciente en nuestros estudiantes. Siguiendo a Sherry Turkle, experta en sociología de la tecnología en contextos de enseñanza universitaria, como docentes debemos construir marcos presenciales y relacionales, en los que se cultive el contacto, la reflexión, la confianza y el pensamiento.

Covidosofía. Reflexiones para el mundo pospandemia. Editorial Paidós.

https://www.planetadelibros.com/libro-covidosofia/318639

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